La carretera serpentea discretamente 2,2 kilómetros de bosque, con poca visibilidad de los valles vecinos. El espacio entre la ladera y el abismo es sencillamente insuficiente para una segunda pista. Quien haya tomado asiento en uno de los autobuses lanzadera del valle para superar la diferencia de altitud de poco más de 200 metros entre Hohenschwangau y el castillo real de Neuschwanstein, quizás quiera experimentar el castillo más bonito del mundo.
Un autobús en un camino de cuentos de hadas.
Con el Mercedes-Benz Citaro K al castillo de Neuschwanstein.
Un lugar especial en las montañas.
El romance, la magia y el sueño de un rey misterioso de construir un castillo mágico, constituyen el corazón de Neuschwanstein. Los visitantes recorren a pie el camino, en carruaje o en uno de los dos autobuses lanzadera del Citaro K proporcionados por el fondo de compensación de Wittelsbach. Para ser exactos, unos 380 000 pasajeros al año utilizan esta versión del autobús urbano Citaro, aproximadamente 60 000 solo en agosto.
Allí es donde el Citaro K mejor se desenvuelve.
Renunciar a la longitud en ambos autobuses tiene mucho sentido. «No por la capacidad», nos revela el conductor de autobuses Michael Mikyta. «Aquí también podríamos llenar los autobuses articulados con pasajeros. Pero el tramo ascendente es estrecho y sinuoso». Es precisamente el tramo en el que se ponen de manifiesto los puntos fuertes del compacto Citaro K.
La culpa la tiene la ubicación de difícil acceso del castillo enclavado un saliente rocoso. Cuando el rey Luis II comenzó a construir Neuschwanstein en 1868, encargó la construcción de una carretera adicional para acelerar las obras. Su ambicioso objetivo: El castillo debería estar listo en tan solo tres años. Sin embargo, tardó 24 años en construirse y se terminó ocho años después de su muerte. Hoy en día, la antigua «entrada a la obra» sirve exclusivamente para el transporte de lanzadera. Está estrictamente prohibido que por ella transiten turismos, así como peatones o ciclistas.
Tres puertas para acceso rápido de pasajeros.
Cada tres años se sustituyen los Citaro K por vehículos nuevos. Aunque solo marcan unos 70 000 kilómetros, han trabajado duro para conseguirlos. El trayecto asciende o desciende de manera pronunciada, lo que exige la máxima potencia de los componentes como el motor, el cambio o los frenos. A esto se añade la enorme presión de tiempo a la que está sometido este servicio de lanzadera.
«Hemos pedido el Citaro K con una tercera puerta para que los pasajeros puedan subir y bajar más rápidamente», revela Günther Fleischmann, que lleva más de 24 años conduciendo autobuses lanzadera aquí. «Trabajamos siete días a la semana y todo el mundo quiere subir rápido. Puesto que los horarios de visita al castillo están programados, la puntualidad cuenta."
Un castillo de cuento de hadas.
La salida hacia el castillo se encuentra debajo del castillo Hohenschwangau, el castillo del padre del rey Luis II. El Citaro K lleva a los visitantes en unos siete minutos a la estación de montaña ubicada en el punto de observación «Jugend», cerca del puente Marienbrücke y justo encima de Neuschwanstein. Desde allí se disfruta de unas vistas fantásticas. La fachada blanca, las más de 20 torres, así como la fusión de diferentes épocas de construcción, dejan claro por qué visitantes de todo el mundo quieren ver esta obra única.
Un autobús para famosos y turistas con mochila.
Las celebridades utilizan el servicio de lanzadera al igual que los turistas con mochila que desean ver el monumento más importante de Alemania en su viaje por el mundo. «Ya he llevado a Roger Whittaker y los Tote Hosen al castillo, pero también a alguna estrella del fútbol como Pierre Littbarski, por ejemplo», cuenta Günther.
Cuando empieza el viaje, todo se vuelve más tranquilo en el autobús. Tal vez esto sea debido a la carretera estrecha y empinada, pero también a la emoción que aumenta a medida que nos acercamos al castillo. Neuschwanstein es un mito con un increíble poder de atracción.